El director canadiense Ken Scott, que adapta en su última película, Ma mère, Dieu et Sylvie Vartan, la novela autobiográfica del mismo nombre de Roland Perez, cree que la ficción «es fantástica, pero las historias reales pueden ser también muy conmovedoras».
La película explica la historia real del abogado y tertuliano de radio y televisión francés Roland Perez, que deviene un homenaje a la maternidad.
El libro narra cómo la madre de Roland luchó para que su hijo, el menor de seis hermanos y nacido con un pie zambo, pudiera caminar con normalidad, y en su empeño incluso lo sacó de la escuela y le enseñó a leer y a escribir en casa con la ayuda de las canciones de Sylvie Vartan.
- La película cuenta con la participación excepcional de la célebre cantante pop y actriz Sylvie Vartan, de la que Perez es su abogado.
En una entrevista con EFE, Scott explica que, tras dos lecturas de la novela, vio que la historia contenía todo lo que le gusta de una narración: «mucho drama, mucha humanidad y una gran comedia«.
Le atrajo que la obra «explora la relación compleja entre madres e hijos, en este caso desde un punto de vista concreto y muy cinematográfico, ambientado en París, en una comunidad específica, la judía sefardita, con inmigrantes de primera generación».
Scott percibió que «a partir de una historia íntima se podía conseguir una película épica».
Para el director, el principal desafío es que la historia cubre un período de 50 años, que debían condensarse en una hora y 50 minutos, pero justamente eso es lo que enriquece tanto la historia.
Roland Perez, el personaje real, fue, reconoce Scott, un socio excepcional y generoso, siempre disponible, muy comprensivo con el proceso de adaptación de la historia a una película.
«Para él fue tranquilizador que yo estuviera interesado en permanecer muy fiel a la verdad, y creo que el público se conmueve más sabiendo que es una historia real«.
Un filme fiel a la relación maternofilial
A pesar de que una adaptación siempre obliga a condensar muchas cosas, el cineasta intentó mantenerse muy fiel a la hora de mostrar la relación del hijo con su madre.
El tono de ‘dramedia‘ ya estaba en la novela, y «ese equilibrio entre el drama y la comedia se mantiene en el guion«.
La película es «un homenaje a las madres, con sus cualidades, pero también con sus muchos defectos, y eso hace que sea más realista, porque la vida no es perfecta y el espectador se identifica mucho con esa relación imperfecta que todos tenemos con las madres», subraya Scott.
«Aunque esa relación maternofilial se ha abordado desde la ficción en muchas ocasiones, siempre hay algo nuevo que decir sobre esta relación tan compleja«, considera el director.
En la película, Scott explora también el tema de la discapacidad, «un ingrediente más que hace que el público se identifique con la historia que se cuenta».
También subyace en la cinta el poder curativo del arte, en este caso de la música.
«No es el tema principal, pero es importante, es algo que estaba en el libro, pero es algo en lo que creo desde hace mucho tiempo, porque los artistas tienen un impacto enorme en la gente (…) y tienen una influencia en nosotros como lo puede tener la política«.
En esa banda sonora nostálgica del filme, destacan las canciones de Sylvie Vartan que «ayudan a llevar al público a aquella época».
Vartan, añade, quiso estar en el proyecto desde el principio, «por su amistad y cercanía a Roland Perez, y por su interés por actuar, y su presencia en el set de rodaje hacía que subiera el entusiasmo en todo el equipo».
Aunque siempre se ha interesado por dirigir comedias dramáticas como Starbuck, o The Extraordinary Journey of the Fakir, Scott está pensando en escribir ahora un thriller, pero antes acabará la promoción de esta película y descansará.